Chapa 84 – Ciudadanos.


¿Votar o no votar?

Hoy se celebran elecciones regionales en dos comunidades españolas, Galicia y el País Vasco. En mitad del marasmo actual, en medio de tanta niebla, las luces de los faros no consiguen que sepamos dónde estamos y a donde de nos dirigimos. Tal vez los faros no fueron reparados cuando el tiempo fue bueno. Quizá no haya faros porque el dinero se gastó en otros fastos, inútiles ahora que necesitamos un punto de referencia. Sea como fuera el pasado ya no tiene solución.

Las elecciones siguen siendo un instrumento de gran poder, bien lo saben quienes las denostan o las utilizan para sus juegos malabares. Aunque no haya luz y no se vislumbre nada con claridad. Pero incluso en la oscuridad no todo tiene el mismo color, siempre hay opciones peores que las otras. Es triste no tener ilusión, pero es más triste dar el poder a los irresponsables, a los enloquecidos y a los dueños de la verdad.

Hoy seré corto, la jornada lo exige. Hoy durante unas horas, los malos políticos temblarán, los tiranos temblarán, los iluminados, los dueños del mundo, de nuestro pequeño mundo se retorcerán en sus poltronas. Durante unas horas, expectantes, esperarán. Confían en que todo siga igual, que los cambios sólo sean estéticos, nunca estructurales, que las masas se acomoden engañadas con cantos de sirena, con las mentiras de siempre contadas por otras lenguas.

El dibujante recién premiado, el Roto, descubre muy bien los mitos y las miserias ibéricas. En el fondo los problemas de toda la humanidad.

Hoy cada uno debe votar pensando en los cuatro años que se han terminado, imaginando los cuatro años que van a venir. Hoy los dueños tiemblan porque nos temen, no están seguros de que tomemos la decisión que les conviene. Es algo antiguo, y el paso del tiempo no ha cambiado ni el poder, ni los problemas. Los unos y los otros, temen que las elecciones no confirmen lo que ya han escrito en sus historias. Los ciudadanos tenemos mucho poder y, una vez más, nos equivocaríamos alienándolo. Las soluciones empiezan, con la dificultad de elegir a alguien que represente nuestros intereses ciudadanos, en la papeleta de nuestro voto. Bueno sería hacer nuestras las palabras tan repetidas y tan olvidadas del Discurso de Pericles:

“Nos ocupamos de nuestros asuntos privados, pero también de los asuntos públicos, y así gente de muy diversos oficios conoce perfectamente tales asuntos públicos, pues somos los únicos que no consideramos ocioso, sino inútil, al ciudadano que no participa de la vida en común” (1)

Cada voto debe ser una pequeña y sincera linterna.

Octubre 2012-10-21

Citas.
1- El historiador Tucídides pone estás palabras en boca de Pericles en 431 a.C. en su obra, Historia de la guerra del Peloponeso.


3 respuestas a “Chapa 84 – Ciudadanos.”

  1. No puedo entender por qué todos los que no votamos somos inútiles.

    Soy capaz de entender el desprecio al que no vota por desidia o por ignorancia de sus propios actos. Pero algunos -asumo – como yo no votamos por convicción por mandar un mensaje claro: no me interesáis, no me representáis, todos me sobráis. ¿Por qué esto me convierte en inútil?

    Siempre recibo 2 argumentos para rebatirme a este respecto:

    1) Vota en blanco o en nulo, pero vota. Pues no. Es mi derecho, por cierto constitucional. No me apetece que mi voto sea computado como un voto dentro del sistema ni que la perversa Ley d’Hont se apalanque en mi voto.

    2) Tu opción se diluye entre la de los verdaderos inútiles. ¿Es que acaso un voto largamente reflexionado a, digamos, PP, PSOE, IU, UPyD et al no se diluye entre los miles de imbéciles que simplemente votan en manada cual borregos, que siguen a un partido como a un equipo de fútbol, que votan de tal o cual manera simplemente porque así lo han aprendido en casa? Yo soy capaz de entender que hay gente que vota con el corazón y la cabeza, creyendo en lo que hace, pero sí, también se diluyen en toneladas de masa aborregada.

    No, no es cierto que la opción de no votar sea de inútiles. Una inmensa mayoría de los que no votan son inútiles, pero no todos.

    Abrazos

    Jaime

    • Habría aquí dos acepciones de inutilidad. La primera sería la de aquellos que se desentienden de los asuntos de la sociedad y se dejan llevar. Es cierto que esta opción la encontramos también entre muchos que votan acompañando modas, discursos vacíos o rellenos de tonterías.
      La segunda opción, creo, se refiere a la ineficacia. En un sistema democrático, que sigue siendo el mejor que tenemos, la abstención no es un elemento eficaz de protesta, menos aún cuando los peores siempre votan.
      Estoy de acuerdo con que la elección es complicada, que faltan alternativas serias y que la abstención es un derecho. Creo que es necesario reformar, -si cabe revolucionar-, la vida política para que las democracias sigan llevando ese nombre. Pero la abstención, en mi opinión, no es la mejor opción. Renunciar al voto, una de las pocas cosas igualitarias que nos quedan, -da igual nuestra renta nuestro voto vale lo mismo-, creo que es más ineficaz (inútil) que ejercerlo.
      Sana discordancia. Un saludo y gracias por la larga atención a estas chapas.

  2. Hola,

    Jaime, por supuesto que es tu derecho no votar. Y dadas las circunstancias, reconozco que muchas veces lo difícil es votar. Más de una elección la he pasado pensando si el voto que he emitido será mal empleado, sabiendo además que he optado por un mal menor en lugar de una elección completamente satisfactoria.

    Pero precisamente para esto, existe la opción del voto nulo. Mientras que el blanco ayuda a la mayoría, el nulo tiene ciertas ventajas:

    i) no computa, por lo que no estás dando tu voto a ninguna de las opciones presentadas

    ii) puedes aprovecharlo para hacer propaganda de alguna causa que te apetezca, por ejemplo «No me representa NADIE»

    iii) Reduce el porcentaje de votos válidos, por lo que en casos (extremos, lo reconozco) podría obligar a una repetición de la votación

    iv) históricamente se ha usado por partidos que no tenían representación legal para saber el apoyo que tenían entre el electorado. Pero eso es otro tema.

    Finalmente recordar que en determinadas circunscripciones existen opciones de partidos que predican que precisamente el voto dado a su asocación, en caso de conseguir representación, no será ocupado por nadie.

    Otra opción muy interesante sería el voto negativo, en lugar de castigar a un partido votando a su principal adversario, que se pudieran restar votos a determinados partidos.

    Pero ya sabemos que la ley electoral no interesa demasiado cambiarla a los que están en el poder (o tienen visos de alcanzarlo). A ellos ya les va bien así.

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